Desde hace mucho tiempo había querido ir a una pista de patinaje, yo nunca había patinado en mi vida, nunca aprendí a patinar ni siquiera en ruedas, sólo la bicicleta fue mi compañera en la infancia. Resulta que a principio del año nos pusimos de acuerdo para ir a una pista de hielo y mi sorpresa fue que es más difícil aprender a andar bien de lo que me imaginaba.
Todo empieza desde la mañana, resulta que me quedo de ver con Kambray, pero gracias a la mala suerte invertida no hay tráfico, se me hace temprano y llego una hora antes de lo programado al lugar de reunión, espero todo ese tiempo, con todo ese frío y después él aparece con sus dos super primas que son un encanto, platicamos y platicamos y nos vamos conociendo mejor, pero, ¿dónde está Zatan? Nos vamos cuando llegue con Cris. Nos hablan y nos dicen que por un trato hecho entre Cris y su padre no pueden manejar sobre la López Portillo (la avenida principal allá en Coacalco) y sé que muchos no les sorprenderá porque no conocen esa avenida, pero es imposible dirigirse a algún lado si no es tomando ese camino.
Y así fue que nos hicieron caminar porque no podían llegar a donde estábamos nosotros (¡se los dije!) y nos encontramos saludándonos con un gustazo por no habernos visto desde hace tiempo y ahora encontrarnos, ¡vamos a patinar en el hielo!, y la compañía no pudo ser mejor: Mis dos super amigos Zatan y Kambray, Cris (que siempre ha sido una persona muy agradable y con un carisma muy alto) y las dos primas más cercanas de Kambray (y digo cercanas tal vez no tanto por la buena relación familiar que llevan sino porque viven a dos casas XD), ellas dos son un encanto, vuelvo a decirlo, además son preciosas.
Sólo a Kambray se le ocurriría invitarnos a una reunión familiar, sucede que cada determinado tiempo él y la primiza (un grupo demasiado grande de todos sus primos y primas) se quedan de ver para divertirse en familia, todavía recuerdo la cara de algunos como diciendo: "¿Quienes son ellos?" jejeje, pero bueno. Llegamos ya tarde con ellos porque nos perdimos en el camino, creanme, es difícil encontrar rutas nuevas por donde jamás habías pasado, a fin de cuentas tuvimos que volver a caminar después de dejar el auto estacionado un poco lejos de la pista de hielo. Llegamos.
Una vez ahí, con la emoción corriendo por mis venas me dispuse a dar mi primer paso en la pista......
-¡rayos! !hmph¡ ¿¡Qué demonios!? ¡Un momento, realmente es difícil! ¡ayudenme!
sí, lo sé, fue bastante embarazoso, pero hubo alguien o más bien algo que me ayudo en todo ese tiempo que estuve ahí aprendiendo cómo hacerlo:
-¡Oh sí! Mi salvación: La bardita. Muy bien bardita, si tú no me sueltas yo no te suelto.
Ahora es cuando me imagino esta imagen mia donde niños y niñas de hasta 5 años pasaban a mi lado10 veces antes de que yo diera una sóla vuelta, ¡anden! ¡anden! imagínenselo: un cuate de 21 años aferrándose a una barda para no caer mientras los niños hacen piruetas y saltos desinteresados por el peligro que corre el preocupado muchacho. Gracias a Dios Cris vino en mi ayuda para enseñarme algunos trucos para patinar, pero sobre todo para ayudarme a no caer sustituyendo la aburrida barda. Me convertí en un niño otra vez siendo guiado por un adulto capaz y responsable, siempre con más experiencia que yo; veía con admiración a una mujer que sabía patinar tomándome de la mano y levantándome cuando caía. Fue genial, bastante divertido.
No sólo yo era el que tenía dificultades, también Kambray y Zatan estaban en terreno peligroso, quienes de plano salieron bien libradas fueron las super primas encantadoras que a la media hora ya eran todas unas maestras en el arte; Cris, por su parte, era la maestra oficial mía y de Zatan aunque yo a veces me negaba para intentarlo sólo (y con la barda por supuesto).
Desafortunadamente no pudieron quedarse más tiempo Cris y Zatan y tuvieron que irse. Después de eso Kambray, la primiza y yo fuimos a comer unas hamburguesas y unas tortas, después de un rato y de haberse ido uno por uno los primos, la diversión acabó.
Me gustó bastante este día, anhelando que se repita o que haya uno parecido, me gustó conocer a los primos de Kambray, sobre todo a sus super primas, me gustó volver a ver a mis amigos, me gustó patinar en hielo por primera vez, y bueno, de tanta caída quizá no haya sido tan malo, uno nunca sabe cuándo te van a preguntar sobre cómo es el piso de una pista de hielo. Cuidense mucho. Los quiero.

