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sábado, 9 de febrero de 2008

Lo negro de la amistad (primera parte)

A lo largo de nuestra vida nos encontramos con máximas de la amistad; que si es para siempre, que ésta nunca se acaba, que si te hacen daño no es amistad, que siempre está ahí cuando la necesitas... mientras vas creciendo te das cuenta con quién puedes contar y quién está ahí para ayudarte, para soportarte, la amistad no dista mucho de lo que es un buen matrimonio; una sátira dulce de lo que sería una relación ideal entre dos personas, se trata, más que otra cosa, del amor que puedas sentir por los defectos que tiene alguien, de la capacidad que puedas tener para perdonarle sus errores y no tanto de la perfecta manera en la que se comporta contigo.

Las amistades se acaban, no necesariamente duran para siempre, y a pesar de ésto pudieron significar mucho en su momento, como el matrimonio que sigue amandose pero ya no se aguanta (no se rompan la cabeza, es una simple paradója); las amistades te hacen daño, es ridículo pensar que no lo pueden hacer, de hecho, nadie tiene mayor capacidad de lastimarte que las propias amistades, no se trata de ellos, sino de nuestro mismo idealismo que depositamos en aquellas personas, justo en el momento en el que tropiezan con nosotros, en el que sueltan las riendas del control; Nunca o casi nunca el amigo se encuentra con nosotros cuando lo necesitamos, he aqui un error que pensamos como cierto muchas veces: ¡la amistad no es un llavero! y la verdad es que, pocas veces se encuentra en el momento de nuestra reflexión personal, el tiempo en el que se escapan las lagrimas, curioso que nosotros tenemos que buscar al amigo para que esté a nuestro lado y a veces pedirle nosotros mismos consejo, aunque claro, de eso se trata a fin de cuentas.

Cuando vas creciendo te das cuenta de cómo se fue reduciendo la lista de amigos, hay un sin fin de factores que ocasionan esto. ¿Cómo saber quién es el verdadero amigo? no lo sabremos. Punto. A veces la persona menos esperada resulta ser el camarada de toda tu vida mientras que por el otro lado, en quien más confiabas resultó ser tu peor (o mejor, según tu punto de vista) enemigo.

¿Tienes miedo de abrir tu corazón? ¿Aún piensas que lo que digo es pura mentira? Quizá, posiblemente abrí demasiado los ojos, pero aún pienso que lo que digo es cierto, que lo que digo son verdades incomodas, solo eso, como el familiar que se averguenza de su hermano o de su hijo que es homosexual, cuando ésto no tiene nada de malo.

Si como yo, te atreves a abrir tu corazón a todas las personas que vayas conociendo, también lograrás abrir los suyos, así habrás puesto tu grano de arena sobre una playa donde el mar se lo lleva todo, y motivarás a aquellos quienes no han puesto nada en aquella parte del mar.

1 comentario:

Soledad Arcos dijo...

Creo q el error es considerar que la amistad es para siempre, bueno, ese es el eterno error por excelencia, se puede aplicar al amor de cualquier índole... es la permanencia lo q nos obsesiona hasta el punto de descartar como inválido todo lo q no es permanente.
Yo pienso q la metáfora q usaste de los granos de arena es la más elocuente para explicarlo, cada uno lo ha comprendido a su forma... Lo importante es el momento, es lo q se comparte en el aquí y ahora y lo q esa persona t ha mostrado. El fin es inevitable, a veces las cosas no son como te gustaría, a veces la distancia juega malas pasadas como bien dices y simplemente las historias se enfrian y acaban desapareciendo, pero ni siquiera las estrellas son eternas, hay q aceptar lo evidente, al fin y al cabo todo cambia y hay miles de granos de arena